jueves, 26 de abril de 2012


Aquí me encuentro. Los rayos de la mañana obligándome a cerrar los ojos y volver a un estado físicamente nulo y psíquicamente hiperactivo. Poco me falta para ceder a la tentación y olvidarme de todo. Los días, extraños, se suceden uno tras otro sin ningún sentido, las horas pasan sin sacar el más mínimo provecho de ellas y a cada segundo pienso en mi futuro. Un futuro incierto. No solo porque mis perspectivas de trabajar en lo que estudio son muy, pero que muy reducidas, por el momento. Sino más bien porque me veo obligado a estudiar una carrera que no me interesa lo suficiente como para dedicarle todo el tiempo que le dedico, y el hecho de que paso más tiempo estudiando Derecho que tocando el piano, mi verdadera vocación, me provoca más que otro quebradero de cabeza.
Soy un músico y como tal no me guio por la razón, solo los chinos se dedican a tocar notas de memoria sin hacer nada más, y así les va, al fin y al cabo eso es lo fácil, lo básico, saber tocar las notas… Sé perfectamente que las cosas están mal y que cuánto más estudie mejor porque más posibilidades tendré, la “titulitis” afecta a España de una manera crítica. ¿En serio creen que no lo sé, que no soy consciente de ello? Es  imposible pasarlo por alto, por mucho que lo intente, todo el mundo habla de ello: de recortes, de economía, de crisis y de paro ¡Cómo no me voy a dar cuenta! Pero también sé que no voy a abandonar lo que me importa, nunca me lo perdonaría si lo hiciera y estaría todo el tiempo pensando <<que habría pasado si…>> <<y si… y si… y si…>> Lo odio. Soy capaz de combinar el Derecho y el piano sin saber a qué me voy a dedicar al final y qué es más inútil, pero no puedo soportar tener remordimientos por las decisiones que he tomado en mi vida. No es algo nuevo que un músico viva con ciertas dificultades, hasta hace unos lustros era lo típico, y no me importaría tener que trabajar en supermercados o restaurantes de comida rápida para poder pagarme los estudios. Lo que sería una mierda es acabar igualmente trabajando en esos empleos sin futuro teniendo solo un grado en Derecho.
En fin... ¿alguien necesita un futuro abogado?

martes, 17 de abril de 2012

Basta con cerrar los ojos y adentrarse en la oscuridad de mis párpados para que todo empiece. Lo primero en aparecer es un punto blanco, en el horizonte, que poco a poco va aumentando de tamaño hasta ocupar el infinito espacio de mi mente. Primero te das cuenta de que lo que parecía blanco va cambiando de color, a veces rojo, otras veces amarillo, otras verde... De repente te das cuenta de que esa materia de mil colores forma algo, pero no eres capaz de discernir si es que de repente ha cambiado de forma o des del principio estaba así y no lo habías advertido. Lo curioso es que justo antes de saber qué es lo que está apareciendo dentro de tus ojos te duermes y caes en la inconsciencia. En un mundo donde no existen reglas racionales y todo es relativo. Muchas veces te despiertas en medio de un sueño y, aunque estás despierto, sigues dentro de él. Sigues con esa vida paralela que sólo existe durante una horas, y que nunca más recordarás, y asumes una serie de valores y principios irracionales que van desapareciendo al mismo tiempo que despiertas y vuelves a regirte por las reglas de este mundo. No es la primera vez que me despierto recordando escenas de un sueño y preguntándome: ¿Porqué haría yo esto en vez de aquello? Después de unos minutos dándole vueltas desistes y te levantas, prácticamente sin saber dónde estás.
Los únicos sueños que soy capaz de recordar son los que están relacionados con personas que conozco y aquellos que podrían suceder perfectamente en la vida real.
Lo cierto es que, en mi caso, hay pocos sueños que recuerde.

lunes, 16 de abril de 2012

Encuentro fortuito

Hace ya algún tiempo me reencontré con una antigua amiga de la infancia, hacía meses que no nos veíamos y la verdad es que ambos nos alegramos. De nuestra conversación, que se centró en recordar y conocer novedades sobre nuestros amigos en común, lo más relevante fue que casi cuando estábamos a punto de despedirnos se quedó mirándome de arriba a abajo como si fuera una persona diferente.
+¿Te pasa algo?
-No. ¿Porqué?
+Me miras como si no me conocieras
-Sí, has cambiado bastante
+Esto... No hace tanto des de la última vez que nos vimos
-Ya lo sé. No me refiero a eso. Aquel día que hablamos cuando ya estaba acabando el verano empecé a notarlo, pero ahora está claro: eres una persona muy diferente. A ver, sigues igual vale. Pero... simplemente te ves más seguro, no sé cómo explicarlo. Antes cuando te veía hablando, riendo o haciendo cualquier cosa parecía que estabas temblando y mirabas a todo el mundo para saber cómo reaccionaban a lo que decías, incluso a cómo te reías. Ahora, en cambio, cuando te ríes estás totalmente relajado y dices lo que piensas sin arrepentirte.
+Siempre he dicho lo que pienso
-Si, pero ahora te sientes seguro haciéndolo
+¿Debería sentirme alagado?
-En cierto sentido si, has ascendido de idiota a persona normal. Felicidades
+Yo también te quiero, pero será mejor que no te lo tomes como un halago, sino me enfadaré.
Después de un par de risas se sobrepuso un silencio muy tenso. Los dos estábamos pensando en lo mismo, en al razón de mi cambio.
-Tengo que admitir que al principio no me pareció nada bien lo que hiciste, prácticamente desapareciste, incluso me enfadé contigo. Pero poco a poco he ido entendiéndolo. Y ahora entiendo que ha sido una de las decisiones que mejor has tomado nunca.
No hizo falta que dijera nada, pensábamos lo mismo.
Acto seguido nos despedimos y cada uno fue por su camino.