martes, 27 de septiembre de 2011

Remordimientos malsanos

<<¿Por qué tuviste que hacerlo? Está claro que era necesario, que ya no aguantabas más, que las fuerzas te abandonaban con cada nuevo encuentro y el sentido común te decía:-¡Huye! ¡Escapa! ¡Corre todo lo que puedas y no mires atrás! Pero ahí estabas tú, con una sonrisa en tu bronceado rostro y un torniquete en el corazón, para impedir el desangramiento; con un pedazo de papel estrujándote el corazón y cuya tinta, cubierta por la sangre, mancha tu consciencia y todo tu ser. Cuatro palabras escritas a boli a las que mi alma se aferra con todas sus fuerzas para sobrevivir: Juramento de Amor Eterno. Si hay algo que tengo claro es que no pienso volver a hacer ningún juramento...>>

Recuerdo aquella noche de disfraces sin disfraz en la que acabé encargado de un medio amigo al que poco afecto tengo pero no podia abandonar por la papilla de spaghettis que arrojaba cada cinco minutos. De repente, alguién le llamó imbecil y se acercó a escupirle, yo me giré y la vi allí, radiante entonces, con un simple sombrero de paja a modo de disfraz. Su amiga se quedó discutiendo con mis amigas mientras la trituradora humana, ajeno al mundo, miraba al infinito. En esa primera noche creí que era una persona con la que se podía hablar libremente. Ese fue mi primer error.

Los meses pasaron y por una u otra razó la mayoría de mis amgios se enemistaron con ella, cosa que a mí nunca me importó, mis amigos ya saben que en mis relaciones soy como un girasol, no puedo mirar a otra parte que allí donde esta el objeto de adoración, pero aún así me hicieron saber su opinión. Yo advertía su caracter duro y autoritario, pero como que al principio era muy poquita cosa lo dejé pasar, sabía que aquello ni iba a durar para siempre y por eso lo dejaba correr y seguía besándola y amándola como siempre, pero al final mi propia conciencia me dijo que debí cortar por lo sano, y ahí fue dónde empezó la pesadilla: por si mi bipolarismo sentimental no fuera suficiente, se acercaba la época de exámenes y ambos estábamos estresados, presionados y demasiado susceptibles. En este punto la culpa fue mía y solo mía, la bomba estaba ahí pero no queria afrontarla, aunque más bien creo que no me sentía con fuerzas. Pero en el viaje de fin de curso, por una hecho que me irritó la bomba explotó con tal fuerza que se llevó consigo una gran parte de mí. Esa fue la primera vez que le hice sufrir de verdad, supongo que ella se esperaba algo así, de hecho más tarde me dijo que sabía que algo fallaba desde hacía tiempo pero en vez de afrontarlo se dedica a llamarme "cobarde", no sé si lo soy en realidad pero ella no es mucho más valiente que yo, porque fui yo quien tuvo que llevar la culpa, aguantar la bomba y reaccionar, puesto que ella seguía impasible. Más tarde, mi estancia en Valencia fue muy breve, de hecho durante el verano habré estado aquí unas pocas semanas, pero ella no estaba decidida a cortar conmigo así que siguió sufriendo cuando no era necesario, y lo hizo con plena conciencia. Aún así no puedo más qu arrepentirme por ello.

Mi reacción cuando todo acabó me sorprendió incluso a mí, más que nada por la ausencia de esta, no había dolor ni arrepentimiento, yo lo atribuia al hecho de que ya lo había habido en grandes cantidades anteriormente, pero lo cierto es que inconscientemente lo dejaba pasar, posponía el momento de afrontarlo. No por cobardía, como diría ella, sinó por el simple hecho de que mi verano iba viento en popa y no podía permitir que ella lo echara a perder, así que sin darme cuenta disfrute de lo que me quedaba de verano y volvió septiembre. Y con él el otoño, época de melancolía. Ahora es cuando me arrepiento ( no esa no es la palabra, más bien ahora me doy cuenta) de lo que hice. Aún así el dolor se ha ido, o puede que nunca haya existido realmente.

Si algo tengo claro es que ahora es el momento de pasar página y cambiar de aires. De conocer a gente nueva y enamorarme perdidamente por una chica cada semana, y no dejar que ninguna penetre en mi interior, a no ser que, realmente valga la pena.

domingo, 4 de septiembre de 2011

De vuelta.

Cuantos meses hace que no escribo? Lo menos cinco o más. Pero bueno me escuso a medias con mi última entrada. Bachillerato... Suena tan lejano y al mismo tiempo tan palpable. Sus heridas se curan rápidamente pero dejan cicatrices que duelen y tardan en desaparecer por completo. En fin me quedan 8 días para empezar la universidad y siento que mi vida va a cambiar y dar un giro de 180º, o puede que sea eso lo que más deseo. Amigos de la infancia con los que no se disfruta, días en los que prefiero estar solo, conductas más propias de un hombre antisocial que de mí mismo, en conclusión, irreconocible. Al menos los días encerrado en casa los aprovecho al máximo, sesiones interminables tocando el piano y viviendo en la autoescuela.

No sé ni qué escribir, una de las cosas que tengo claras es que debo dedicar más tiempo a este blog, ya que una de las cicatrices que más me joden del bachillerato es la de perder mi facultad de escribir. Desaparecida está mi elocuencia y espontaneidad a la hora de teclear este maldito teclado. Tendré que volver a las calificaciones de primaria y puntuarme con un eterno PA: Progresa Adecuadamente.