lunes, 16 de abril de 2012

Encuentro fortuito

Hace ya algún tiempo me reencontré con una antigua amiga de la infancia, hacía meses que no nos veíamos y la verdad es que ambos nos alegramos. De nuestra conversación, que se centró en recordar y conocer novedades sobre nuestros amigos en común, lo más relevante fue que casi cuando estábamos a punto de despedirnos se quedó mirándome de arriba a abajo como si fuera una persona diferente.
+¿Te pasa algo?
-No. ¿Porqué?
+Me miras como si no me conocieras
-Sí, has cambiado bastante
+Esto... No hace tanto des de la última vez que nos vimos
-Ya lo sé. No me refiero a eso. Aquel día que hablamos cuando ya estaba acabando el verano empecé a notarlo, pero ahora está claro: eres una persona muy diferente. A ver, sigues igual vale. Pero... simplemente te ves más seguro, no sé cómo explicarlo. Antes cuando te veía hablando, riendo o haciendo cualquier cosa parecía que estabas temblando y mirabas a todo el mundo para saber cómo reaccionaban a lo que decías, incluso a cómo te reías. Ahora, en cambio, cuando te ríes estás totalmente relajado y dices lo que piensas sin arrepentirte.
+Siempre he dicho lo que pienso
-Si, pero ahora te sientes seguro haciéndolo
+¿Debería sentirme alagado?
-En cierto sentido si, has ascendido de idiota a persona normal. Felicidades
+Yo también te quiero, pero será mejor que no te lo tomes como un halago, sino me enfadaré.
Después de un par de risas se sobrepuso un silencio muy tenso. Los dos estábamos pensando en lo mismo, en al razón de mi cambio.
-Tengo que admitir que al principio no me pareció nada bien lo que hiciste, prácticamente desapareciste, incluso me enfadé contigo. Pero poco a poco he ido entendiéndolo. Y ahora entiendo que ha sido una de las decisiones que mejor has tomado nunca.
No hizo falta que dijera nada, pensábamos lo mismo.
Acto seguido nos despedimos y cada uno fue por su camino.

No hay comentarios:

Publicar un comentario